De
ir mojando al desánimo, ya no persigo auras ni silencios.
Solo
la luz tenue de las velas en sitios raros y oscuros.
Retumba
la tormenta en la montaña, como el sueño de la inspiración.
Soy
tu rebeldía perenne, frente a la ignorancia.
La
oblea maldita de los domingos, acatando sufrimientos.
Maestros
del mar, los árboles y la luna,
De
la imagen y la palabra, el arrojo incesante de vuestra helada.
Para
irradiar hermosura, en la partida oculta.
Germen
del abismo; Donde la libertad se mancha.
Siendo
castigo del castigo, haciendo del leño un bajel.
Oigo
el tarareo de gente, coros que me resuenan,
Que
hubo y habrá, un nosotros, que nuestras varas, no serán astillas.
Que
las almas quedaran vivas, siendo, señoras del nirvana.
Prepotencia,
soberbia, ego.
De
ir pasando de todo, siendo el extraño que conoces.
A
ser el vagabundo desconocido.
Soy
el rastro, que desaparece, cuando no quedan caminos
Un
lunes en las hechiceras, una luna llena, que aúlla.
La
foto que nunca se hizo, el cuadro que no se pinto‘
El
poema nunca escrito, aquélla canción de amor.
Caricias,
voces, atisbos.
Sutiles,
como el vuelo de la mariposa, pasean las improvisaciones.
Que
nos hacen insuperables y letales. También eternos.
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