Amasijo
de sudor y frío,
Con
rayos de tus bardas;
Me
hiendes la espalda,
Con
centellas de humo blanco.
Cediendo
humilde al castigo
De
errores interminables.
Acatando
la verdad de otros.
La
obligación perpetua, de ser el fuerte.
¿Hasta
cuando?
Al
abrigo del árbol antiguo que refugia;
Mis
manos cansadas,
Las
palabras perdidas, el tiempo el espacio.
El
único antiguo contra todos los quiphlos.
El
único árbol.
Pasan
de largo divertidas madrugadas.
Relojes
astutos, dueños de su agonia.
Energía
de las rosas y sus espinas.
Que
no crean coronas,
Siempre
roto, como aquel muñeco en la basura.
Miro
al cielo y veo fuego.
Miro
a tus ojos y veo silencio,
¿Oír?
Ya
no oigo nada.
Simplemente
siento los murmullos,
De
ocasos y lienzos sucios.
De
versos albos y mimos
Del
aire.
KIRUK.
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